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RODOLFO HÄSLER

 

 

 

 

EL MURO

 

falta aire,

respirar el aire,

fuelle de la fragua,

la población, los clavos,

el suelo desaparece

bajo las huellas,

la tierra blanca, calcárea,

se excava,

límpido olivar,

su fruto verde, negro,

el olivar y la enramada

mueren sin ser socorridos,

busca un deseo

que sea fruto borde,

un deseo de virtud

en una tierra arrasada

por la raíz de la nada,

no digas nada,

no puedes decir,

qué decir,

el olivar rugoso,

las manos tiemblan

de tanto peso muerto.

la cosecha arrancada

y aplastada,

no es así la vida,

lágrima del ojo

que no puede mentir.

dejar de existir,

¿para quién? ¿qué es?

desviar los párpados

de la colina encendida,

el joven que cava

en el huerto, sueña,

no sólo sueña,

su deber es perpetuar,

dejar la risa y el esfuerzo

en la escena del dolor,

cielo encapotado,

pero no llueve,

es niebla en el olivar.

 

* * *

 

la puerta de damasco,

la piedra de jaffo,

el montículo de la esperanza

hundido entre zarzas,

el fuego te lastima

con su golpe celeste,

no puedo caminar,

no hay por dónde ir,

cierra la puerta

y no escuches la voz,

sigue sin voz

un camino solitario,

una vereda torcida,

la miel se descompone

en el panal olvidado,

la reina de la estirpe

se apodera del granado.

belleza que te serena,

el pozo está seco,

brusco sobresalto

entre rocas afiladas,

"huerto cerrado,

fuente sellada",

cae de un lado, del lado

que equivale a más,

un desperdicio el suelo,

muerte inútil,

cuentas lo que no tienes,

piedras que raspan,

vuelve a levantar la voz

por un trago de agua.

la vida disminuye

su fuerza donde no cabe,

una flor de hibisco

y un mazo de perejil

son el ripio,

la destrucción.

 

 

* * *

 

en la frente

se agita el tiempo,

un campo de centeno,

de pan ácimo,

pan y aceitunas,

poco más

para saciar el hambre.

el café narra los secretos,

la ausencia de los días,

la trágica prensa diaria,

mirar y esperar

y otra vez empezar.

toma arena en la mano,

el polvo de los dedos

borra la simiente,

no pierdas el compás,

un racimo tras otro

marca la proximidad del otoño,

grisácea la mirada

festeja el rito maronita.

 

 

* * *

la higuera hendida,

la rama se adentra

en la casa desolada,

la higuera es alta

y el fruto es dulce

como almíbar,

como almíbar de la tahona.

cómo te vas a negar,

la rama

señala al horizonte,

de donde mires

el fruto es dulce

y negro el tronco,

ojo que vuela,

sabe lo que vale.

en el cobertizo

gime la higuera,

gime y muere.

 

* * *

 

soledad, soledad,

no te transformes,

sigue porfiando,

es una losa

donde exclamar,

donde expresar

la extrañeza del reino

del meridión,

estar en la tierra soñada

no más que el ciclo

de una cosecha,

una siega, una hoz,

el trigal espera

tu aparición.

la flor de plata

de la pobreza

se deja adorar,

pero no dice más,

un sol, un astro,

una constelación morada

que atrapa a la noche;

no la toques,

deja la espina volar

y marcar el cuerpo

del celebrado.

el muro sentencia

la duración,

nadie se rinde

ante su recorrido,

cumplir el calendario

de un mes de vida,

la floración,

el goce diario.

tu boca saborea

la pasta de garbanzos,

el vinagre adereza

la casa de maría,

para escuchar,

ausentarse, ausentarse,

cuánta desposesión.

 

 

* * *

la sangre huele,

sigue su rastro

ancho, tenso,

el río cuajado

de la existencia

es una arteria

que cercenar,

sin tregua

en el viento preñado.

la sangre resbala,

húmeda, espesa

en el grito que sube

a la garganta,

caliente líquido

que asombra,

la vista azorada

la rechaza,

no hay más,

una culebra se yergue

en la punta de la cola,

dos corderos agonizan,

el betún de sus cuellos

tiene forma de nube,

el poder de nombrar

para ser uno más,

el tono, la sangre,

el adiós.

reconocerla

no es lo propio,

busca el respaldo,

el asiento,

un fresco sitial

bajo la parra,

la sangre entorpece

el labio, el paladar,

la cuchilla

se hunde certera,

no logras recordar.

anunciación que se repite,

semejante al duelo,

la náusea,

la sequedad,

el destino se decide

en un lugar

desollado,

sin piedad,

cercano al hueso.

 

 

* * *

 

desierto de farán

 

la delicadeza,

la debilidad,

lector compulsivo

de lírica oriental,

un amorío

con patas de cabra,

un tacto ralo,

una aproximación

que la mano conduce

hasta el lugar.

perdiz asada,

copioso plato,

filtro de amor,

una garza que goza

un beso.

la luz se quiebra

por la agitación,

un soldado,

una hazaña

cuida el guerrero,

la ropa

encima de la silla,

hoy no se va a ejercitar

el fruto de la chumbera,

día de asueto

que pide el señor.

 

 

*


Rodolfo Häsler, poeta cubano, nasceu em Santiago de Cuba, em 1958, mas reside hoje na Espanha. Publicou, entre outros títulos, Poemas de Arena (1982), Tratado de Licantropia (1988), Elleife (1993) e Paisaje, tiempo azul (2001).

 

Leia outros poemas do autor.

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