ZUNÁI - Revista de poesia & debates

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REYNALDO JIMÉNEZ

 

 

 

 

ANDURRIAL

 

 

         x

[La Negra Lucha]

 

 

¿Quién pervive?

 

  No será una mierda el muerto no tu gato no

pactos con mamagma. Sigue tu jaula salto maula aun sin t¡i!

 

Sintiendo la primavera es que pesé primera luzandanzandurrial.

Se prorrumpe y rompe la boca un piquete de asombro. Qué lás-

tima loca quede tan poca en tu pie u hombro no tengas con qué.

 

Será a la luz de los encajes. Turbamulta. Jadeo de a dos. Será

vagido en la inquina mate, en el maduro mendrugo, ligamen

vagamente yugo y tuyo.

 

               Dígase prematuro primate la pátina.

              ¡Pues!

 

               Escucha shas escultoras plumas y a

los relieves comer-a-nosotros, los auscultados por mor de

memoria vampira infinita que vive solita en su casilla de

ira.                                 Está; descansa en clases.

 

       Adentro lobos masadentro gacelas fuer enredadera más

flujo bajo encendido guano hace rato peruvianotropelladocelogato

descierto pacto consiguiente con alegría sorda dada a la muérdaga

rascafonía esta consola insolación. ¡Luchar.

 

 Insonorama... q! ié.

 

Muertos asistentes, insisten: No será un tallo pero es. Áptero. Se

propone restaurar la casamata. En llamas. Arrabiar.

 

              ¡Come clavines! Crocan

mi paladar de ciego. No hígado

nato

en el acto. A la

soga palaciega. La pieza en que

tropiezo, apto a la tropicana

y no yaguanto, groso mato, aguanto.

 

               (y es que) pusieron

los proopios y oroprobios de los noombres como piroopos de propietario

a su mina, musa fiera inlastimera fija: –Mirá, quemella diga, si no venís

acá te rajo por más mi gadda-da-vida y ni te fajo, carajo. Helecho hacia

   sí; lastíma la

consonante racima furia mararomar, si consuela cada día nos despilfarra.

 

 

 

       y

[Lengua llagué]

 

 

Sin mella la eme en ella desenhebra

la hembrátil fluvial de las alforjas,

trasiega suculenta la penumbra ciliada del Mercado Central:

olor a pescado y antipárpado jugándose el rincón, a la

 

espalda de los que dormitamos sin masticar lo suficiente,

felpa en el traspié del iluminado, un bebé al que vamos, que

traza su ásana jeroglificando su esqueleto, torsión

desde el obsceno cruento hasta el desvío, cualquiera

por los pasadizos del mercado Espiral:

 

vocinglería en la escucha cóncava que se ha tachado conmigo

como en eclipse de vías, para nunca llegar a la ida sal del mer

cadeo animal: qué alrededor de copas virulentas, de masillas

para libar del arbitrio con sus rendijas, alertas al gran alugar.

 

A embalsamar, khemia nilótica y las

Cajas

         Cajas

               Cajas

                      Cajas

                                          Cajas

 

–Directo hasta la fosa

                                   –dijo el Empleado del

Ente Verificador de

la Mecánica (verija) del

Vehículo. Es invierno corre

tráfico fálico fáustico: sed

al fin ciudad cecina. Apesta y

no es Budapest. Y no ésta. Y

notra que brazos a tempestad.

 


 

 

                        z

[Perro de uno dirá murió la rabia]

 

 

Tése aproxima, o muerto en vida, vilo bilioso su faz

y nación indisolubles. Te arrima a la cima

sulfúrica, allárriba, a la causa petrefecta, a la

esclusaraña y su mostequitodeaquí. Y luego estas tales

preguntas bioerróneas de mil ethos que suelen cual roña fulgurar

con la velovelocidad peluda del tajo capital, mi doña

     dígamé ¿pr q q prr q?

 

    O toda la fuga del porvenir. O toda

la furia remiendo calambre doble púa del murhumar.

  Labro. Labbro. Labio.

Lenidad!

 

 Ni no es mier el muer

el muertoviv es Nadie Baile. Pero elello mismo,

en gilgameto-braille, no signisantifica e (más) insacrifica. Pues un peso

             tal oblicuo libre cobre carnal o acaso.

 

Sumalágrimaligátora. Fosa en congestión,

de nodo tan

conspicuo y dura, dura, dura el muerto, cumpashell del tamboril. Y se atiene

a sensitivo. Y se explicita de a cierto. Y se empecina en el circo. Y se aparea

con en-la-apariencia-no-me-fijo. En circuito. En la punta del pito. Es un pene

en su seno. Un ene en su pieza. Enenene.

Estrella tu obseder espejo salobre Salomé.

 

Te paso la lengua con un lampazo de fiebre que se ingurgita porque va viuda

de su locura antigua como espinazo atravesado por todolvido precedente,

la fuga postrera se afila con nuestro porvenir y se sacude la tierra

apenas se rasca contra la puerta el lomo su fugaz inadvertencia. La lengua

se me despega en esa loma culebra sin visos de proveniencia; para pelarla

bastabas vos, la cruda, porosamente reunida.

 

Estás a pleno

estallido que se invácia dentro,

asia la fábrica kong de papel estaño kiosko fren-a-fren:

             ¡Adeus, Esteves!

        (...come clavines, pequeña)

 

¿Estás

o te arrebatan las nieves sienes plata baja barroborra? ¿Eres porquentreres

los todoseres? ¿O ni eres ni no proeres pero profhieres con tu Soy La Presunta?

 

–NoG

desesperes. La res da su pausa –dejarte el dijiste y la extensión sin otro

arte que purísima pandemia precipita en acto ésta nuestra escucha de bichos

por la esclusa donde arrojaron muy vivos a las hélices.

 

   Aquellas anclas. Lo muscular. Aceros.

 

La fundición borde nervioso fibrátil

casi un bloque absorto de pupilas.

 

 

 

   a

[Kiosko]

 

 

Satélites se maman en tu nostalgia y anda todavía específica

  la policía casta

del místico neoborra que tanta cadena de oración otorga pingües poseedores.

En fila nunca india insisten procesión; profechorean.

 

¡Pero

          entretambor deshile al Word que deje de corregirme cada

            cosa que no esté

en su fraccionario!

 

       Qué pasión la suya de alcancías.

         Dilesta nopienso sinoscribo

péndulo, puerta giratoria, desván donde nunca estuve, matrizatroz

actrizama que es otra misma que word (rojojó) subraya tal como a

      sí mismo/a

 

subraya: allega desvanecinta rol enchufe furiantena pinza

para abrir la panza cinza de la patria chica la matria gorda

de la raza en alza caja la Casa de Cultura

adonde cenan oportunas vizcacheras

las esperas del emblema,

 

espermatozoológico dialogallo que se dona par mejorar el linaje corajudo

de las crestas cortajeadas por lo parapoesial y en generala general:

 

 

Los contemporáneos de Mongo

se juntan a beber con los enemigos

de los Enemigos del Mongo y sacan

amuchados conclusiones protocolares

 

a todas hormas, honras: ojo cautivo,

ojo pinto, ojo pinzón, ojo alevoso, o

jo cojo, ojo colchón, ojo mondongo,

doña roña del ojo, jamelga

 

de su estrábico punto de vis,

su flor de lisis y su crisis trofeo,

su fu ni fa y su mufa, su cardumen,

¡úfa!, duramen de su nervadura.

 

 

Y el paramuerto zumba su club anémico de abanicos:

organza bailes para caudar ábacos,

“para la polesía”. Se le nota el opomedex por el pañuelo

verdugueado: ¡Quiere taanto a nuestra Merilú! Le daremos

corso al beneficio de la duda, que nunca

dura en hacerse ser tan aplicada. (Condominiaturizame,

dirá.)

 

Y el muerto dura claro, el excuero

se rasca raro con la exuña y todo

el acopio del hedor no le alcanza

para convencer a su fervor que

hay nacido para ser comido

por los cuatro disolventes

del identikit.

 

La caja trae brasero, la sombra

del personaje epigrafa

su profesar ferratas letrinas: en la

vitrina se aprecian las cantárides

y sendas copias

de a distintos juegos a su exacto.

 

Luego el tutorial en huérfano polvo de uso fino

¡y esos frasquitos como fotos de Eguren concentrando a los 4 disolveentes 4!

 

                                               ...

Kiosko denfrente. Biobiombo.

 

Ninguno adorna el espejismo que se estipula en su caderamen de cobra

mientras desenrolla la pobra lisísima de línguas en canje desencajarte

páginas impresas por ejemplo que el kioskero oferta, preñadas ya

por la presencia del muerto, saltón

 

por los 4 rincones

de los 4 vientos

de las 4 estaciones

de los 4 puntos punzó

de los 4 jinetes

de los 4 ojos:

 

a jugar sonroja siente

cuando lo miran frente

a frente pues inocente

es lo que tanto miente.

 

Ni sabe por de pronto si es desuyo aquello

tan constante que lescapa y hacel nido y enraíza

en losantrosastrosos de nuestro cerebello.

 

Así se aprecia digo la cavernícola luz, antorcha de grasa

columbra ignífuga su cola con su vaivén prosigo por fervor.

 

Le sorbo la axila y no tiene un grado.

Helado como el que más

que nada pero es cero en grado cero

 

cenicero

del sentimiento de

superioridad que le lleva

al voleo el que está vivo

o así creece (bastaría

para serlo más

viborear).

 

          Bajo el piso

de tablas, marabuntan chismes, chispas

inconclusas de chistes, la aldea en trusas en llamas.

 

Camiones a la manga toda noche. Fase ronda. Agujero

será: en alguna parte intrusa no se vela

porque no tiene al ras por qué ni quién.

 

Y si te falta, si te guirnalda, si te parásita, si te priva,

vas a ver,

    árbol anterior a dios,

el arrebol es anterior. El muerto ni residuo.

 

         Se viene

encima muerde. Sabe

            ladrar. Aúlla perogrulla.

 

No lo mismo que te duele, no igual ser muerto si sostiene.

¡Y sin taxis a esta vista! ¿Qué visita? ¿Barrio eserá éste?

 

   Distinto se ve

ahora que estiro la pata y toco aún el calambre.

 

   Quien ignore

¿sabríase pervivir como si no supiera,

no tuviera un sabor, fuera, casi, exencia?

 

Volviera del corazón de la jauría a beber junto a la cervatilla,

lobo aún cerca de su copia en el agua asustada del destello.

 

La risa solitaria hecha trizas, bajo camisa fantasma de fuerza

lechuza en flor.

 

 

 

        b

[Grandmother Rose]

 

 

El muerto no es la fantasma,

asidua a mente esta regla,

fue su panataque sor sorpresa

veraniega estampida

 

que te niega la cordura casi

como cruda la incerteza y

con sus úñicas rasca la fie-

reza dura, ruda duda, tiesa.

 

Algo trasuda, hunde la mancha, arraiga

en la cola cometa, caiga quien caiga so

bre la mesa o bajo la silla de yantar el

ectrizada en disfraz fiesta, den

 

tro del radio de la siesta, con una

orquesta leporina de tímpanos

sin instrumento, oleada de dioramas

para aparcar la cara, sacarla infrasilene

 

(campo de rayos que amaina

la coronilla crística del gallito mudo)

entre las tormentas de un día de sol,

calar nepente el puente hasta aquí.

 

Nunca me despedí. Se

la llevaron sus otras

hacia limo, a deriva

de pozo sin atenuar

 

y su rostro cerrado

apuñaba, nos movía,

ya éramos vermes

y fibromas novios,

 

ya gastábamos la broma

cruda contra el impacto

carnavalesco de aquel

hundirse en ese gas

 

de ceniza impaciente

por contar los centavos

de su equilibrio en acto

de intacto esclavo.

 

Camposanto ante la ruta,

con su réplicángel,

chancada la columnata

de hormigonera podre.

 

Ahí fuera, mientras subía,

exabuela por la chimenea,

canas del cielo no apagaban

la silueta negra de 2 perros.

 

Fornicaban nel grass

entre fotos ovales

de los muertos en su día

sideral.

 

Su día placentario, en

subida, no vía del no retorno,

su casilla de impalabras,

su desinicio cinta sin fin.

 

Junto al bejuco de lo que fue,

se inclina flamígero el infrángel

y repite la oración de la chispa

al oído junco que se vino dentro:

 

Por el camino encontrarás

que aquello que encontraste

es incompleto y váse perdido

por su sendería que te sigue

 

ahí donde te comería el loto,

te draga el aire, dejate sin

saber si aquella fiebre fuiste

o serás ¡oh peripeligro! más.

 

 

 

(   )

 

 

 

No sigue a tu jaula este rascar de mono en mono. Tu máscara

derroca la posesión con espesor acuoso del domingo: a codazos

nos despiertan en hilera, a medir el pan de indistinción.

 

Se come lo que comenta el fuego, nutria de furia a la hora

de observar silencio y ver en celo la quieta espuma.

La mosca de la retina sin embargo está en el cielo

 

para no verse siempre letrina de otro borde, sin el raspón

del ojo atónito surca una espesura dichondra, a lo sumo. Bajo

la zanja tonta se desperezan los idos–––––

 

El hombre de sarro

Mueve un andrajo grita

En seco sin ser oído

Grillo sin voz

 

Pelele del muerto, sacudo

gigantespejismo la sed:

lo pongo a probarse trajes

sobre la estepa del zancudo

 

y lentamente me vigila.

El sotaque de los bichos

levanta, obliga a responder

con una especie ciega de alma.

 

El hedor más bien proviene

de los vivos. Hay un vinhilo

de luz que se arrebata y posa

en el hombro de mi desatino,

 

juega a confiarme lo que oculta,

disemina algo más corrosivo

que el miedo. Bashõ hubiese

trazado tres hilachas: la cáscara

 

al secarse al sol revelado tras

el fin un secreto con la forma

veloz de un gesto en acto.

Difícil escandir la sensación.

 

Diríase que el odio nos sitúa.

Una flota de sitio ante los ojos,

ahora miniados por la flámula

al fondo tirano del pensar.

 

No queda sino hacerse, ni el vivo

ni el muerto, sin qué compense o

exima, estrella encinta de sí,

sobre los techos sufriformes.

 

Suspiro la entrega,

Cascada en lágrima,

Océano bajo la ropa,

Desertar del estertor,

 

Adiósadiós… Quizá volvamos

a encontrarnos tras prójimo

revuelo. Lo habrán chillado

los cuervos en cuál de mi cabeza.

 

Quizá volvamos a vernos

en el otro sacado a la esfinge

o crédula intimación con que

respira el ajeno ajeno.

 

O quizá esa Vez tengamos

a bien de recibir el don

del sacudón que nos enfríe

el asco o el autobiombo,

 

dados a la saliva gusanera,

rapto destinal que se acicala

con afeites más que polvos

que la gelatina de origen,

 

la intersecta.

          Adiós…

Quizá No halla Quizá No

haya quién diga acá.

 

Araca los colgajos y el hervor

de hierbas tan dóciles que sueñan

sin imágenes adentro de un gemido.

Sus uñas y pelos sin dejar crecer,

 

como en Adán, sin decrecer suya

ternura indómita que no ciñe a

cualquier espectro de comuneros

errante o Bela Adormecida bajo

 

las telas (halosantos)

góticas en suma pánica

(pistas automáticas) tamizan

(trenzan) los hipnópticos

 

¡se cree tan viva

marioneta de diosa!

¿A tiempo de escucharla

en su madriguera, dejarla

 

propagarse en transa hacia

desdentado salitre volcánico,

su ropaje de paje de otro dios

más asustado que un chico

 

que se acurruca faldero

de la caverna húmeda,

estalagmita ahí dentro, y

petrifica?

 

Cada gota la cara del muerto.

Ni falta hace que se discierna.

Y este ver mismo insoporta

un puerto donde fatigas anclar.

 

Ya no te aburras, oh mi amiga,

tu compañía es para mi odisea,

aventura que eleva desarrima

senderos de burras bebederas.

 

 

*

Reynaldo Jiménez nasceu em Lima (Peru) em 1959. Desde 1963 reside em Buenos Aires, Argentina, onde edita a revista literária Tsé Tse. Publicou os livros de poesia Tatuajes (1981), Eléctrico y Despojo (1984), Las Miniaturas (1987), Ruido Incidental/El Té (1990), 600 Puertas (1992), La Curva del Eco (1998) e Musgo (2001). Participou da antologia Medusário (1996), organizada por José Kozer, Roberto Echavarren e Jacobo Sefamí.

 

 

Leia também poemas traduzidos de Reynaldo Jiménez, uma entrevista e um ensaio sobre o autor.

*

 

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