ZUNÁI - Revista de poesia & debates

 

 

ANDI NACHON

 


18
Dicen hay una guerra por estallar. Antes
caminaste downtown, bajo moreras
ahora doradas y su canto
detuvo en escalofrío esa
llegada de otoño
hacia fines del verano. Dicen afuera
cosas hay por explotar, asuntos
más allá de moreras o caídas
súbitas del verano, su estallido
sumerge arboledas y a vos
en un mismo final. ¿Bailaron ustedes
el segundo piso
de esa ciudad de montañas? Aquí en las otras
montañas más al norte
danzamos hip hop entre quinceañeros
jóvenes de este pueblo
cercado por perros de caza y motorhomes
donde alguien deja a la mesa
un vaso con rosas. Allá afuera
hay nuevas explosiones, a medida
del canto y su historia – no las moreras–
dicen de guerras, tan cruentas y vos
pensás sólo el gesto
con que alguien preparó la mesa
el vaso y sus tres rosas
– dos amarillas, una roja– tanta gentileza
entre residencias transitorias.


* * *

Dejá que el otoño venga despacio. Los verdes
incontables del pino y el dorado
retenido por álamos: está el rocío
curva cada pasto cada junco
inclinado en el beso
con que suelos rozan y acarician
todo claro. Que se aproxime lerdo
al cruzar tanta materia – su festejo–
y no percepción
presencia
podés tocar en el simple
movimiento de tu mano. Gentilmente
este otoño llega, se te acerca casi
mirando de costado. Acumulan entonces las ardillas
hacendosas tus vecinas, a la carrera guardan para esos
días replegados que vienen. Vos te asoleás tranquila
mascando los snacks de arroz
y otra vez sos
aquella mujer loca que baila
la galería de una residencia prestada. Fin del verano


* * *

su retiro en el latido
con que días nuevos lleguen, traigan otras
formas de estar. Sobre las ramas
se apagan luces, irisan amarillos
ocres y rojizos: aires
del fin con su principio. Vos
en la galería te asoleás ahí
espiás
dentro de ese corazón
caído del verano. Dejá que parta suave
cuando es la lentitud
quien permite rastros. En las rocosas hoy violáceas
tanta superficie facetada
contra el turquesa nuestras sombras
tiemblan el fondo del río. Hay un zumbido
constante de hojas – aliento– que estremece el viento
lleva ramas y arrastra
su aire tibio a tu cara. Dejá que este otoño entonces
despacio se aproxime, suavemente
para tomar el bosque y tomarte entre todo
esto que le pertenece. Así se retire el amor
así lleguen otras
opciones de ese
detenerse en el claro. Igual que elk y osos
bajan las laderas, lo mismo que el río
– ahora menos caudaloso–
pases vos de esta
mujer a aquella otra
que en su masticar recibe
todo el sol del fin
luminoso del verano.

 

*

Andi Nachon, poeta argentina, nasceu em Buenos Aires, em 1970. Publicou: Siam (1990), Warzsawa (1996), Taiga (2000), Goa (2003) e Plaza Real (20004), além de duas pequenas antologias: Taiga no Rio de Janeiro (2001) e Villa Ballesta-Ñuñork (2003). Desde 1999 integra o grupo interdisciplinar Suscripción.

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