ZUNÁI - Revista de poesia & debates

 

 

 

GASTÓN BAQUERO: LA INVENCIÓN DE UNA IDENTIDAD

 

Efraín Rodríguez Santana

 

 

Entre Cuba y España

El poeta cubano Gastón Baquero (1914-1997) constituye una de las figuras más relevantes de la poesía cubana de la segunda mitad del siglo XX, perteneciente al grupo Orígenes que presidió José Lezama Lima y que estuvo compuesto por figuras de gran relieve como Virgilio Piñera, Eliseo Diego, Cintio Vitier, Fina García Marruz y Lorenzo García Vega, su trayectoria poética estará vinculada una y otra vez al devenir irregular y a veces trágico de su vida.

En tal sentido, Orígenes pasa a ofrecer un interés adicional por las existencias profundamente convulsas que vivieron algunos de sus protagonistas más destacados. Entre una Cuba sometida a formas de exclusión y repudio y una Cuba Secreta abierta a la reconstrucción de la historia por medio de la poesía, nombres como los de José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Eliseo Diego, Lorenzo García Vega y Gastón Baquero reformulan un ideario poético que los salva en última instancia del olvido.[1] 

Todas estas relaciones de sobrevivencia se vinculan al símbolo Isla. La Isla como paraíso, como reducto opresivo, carcelario, y como incorporación y reelaboración de islas de creación, islas que incorporan islas.

El término Cuba Secreta[2] sigue teniendo vigencia hoy en día, en tanto apropiación de un ámbito creativo y como formas de resistencia, crítica y hasta evasión frente a las imposiciones sociales ideológicas y políticas. Podríamos hablar de un irrecusable principio por el cual poesía y política son pares opuestos que no se podrían complementar nunca. Esa relativa autonomía de la poesía es la válvula de salvación de estos poetas origenistas y de tantos otros a lo largo de la historia cubana, desde su formación letrada hasta la fecha, un modo diferenciado de entender la otra fisonomía interior de la Isla.

Baquero pertenece por entero a este mundo de fuertes fluctuaciones que va de "lo real concreto a lo real poetizado". El dibujo de su mapa poético al menos se edifica en dos ocasiones: una en Cuba y otra en el exilio en tierras españolas a partir del año 1959. Esta discontinuidad que se expresa también en una superación dialéctica de su propia obra, lo convierte en un escritor sugestivo, sometido a la evidencia corrosiva de las relaciones políticas en las décadas del 40 y el 50 en Cuba y a la censura y aislamiento en las décadas sucesivas, sobre todo en la España franquista de los 60, que contaba además con una intelectualidad progresista que acogía a la Revolución cubana y que daba la espalda a un exiliado político como él. En tal situación hay que partir de cero, volver a la soledad para reelaborar el nuevo discurso imaginativo. 

Este dato biográfico crucial se une otros no menos importantes que nos ayudan a comprender la multiplicidad de intereses políticos, literarios, periodísticos, culturales que nuestro autor tuvo en una etapa, y la reconcentración y dedicación casi en exclusividad a la poesía que disfrutó en otra. Un complejo recorrido que en principio podríamos resumir de la forma siguiente: Baquero era negro, pobre, homosexual, poeta, para después pasar a ser poderoso y finalmente exiliarse, volver a la pobreza más radical y a la poesía.

Nace el 4 de mayo de 1914 en Banes, un pueblo de la región oriental de Cuba, situado en la actual provincial Holguín, de extracción muy humilde la poesía de Gastón parece deberle mucho a sus años de infancia en su pueblo natal, que poseía como él mismo señalara condiciones económicas particulares que superaban el ámbito rural y lo proyectaban hacia nuevas "calidades de vida", sobre todo en lo que se refiere a la educación, la proliferación de muy buenos maestros y el surgimiento de un ambiente proclive a la lectura. Sin embargo, esa extrema pobreza en que vive en sus primeros años de infancia le impide asistir con regularidad a la escuela. El ambiente familiar, no obstante, lo conduce al gusto por la poesía. Él rememora y reflexiona sobre aquellos momentos

Me veo de muy niño, sin haber aprendido del todo a leer, con una libreta de éstas en las manos, leyéndole en voz alta poemas a la tía Mina, para que fuese pasando a la libreta suya. Poemas de Darío, de Nervo, de Díaz Mirón, de Heredia, de Zenea, de Martí, de Manuel Acuña, de Silva, de Julio Florez... Esto, se afirma, deja huella. Cuando me reprocho el énfasis, lo oratorio, lo demasiado elocuente a veces que hay en los poemas que escribo, me consuelo pensando que no sólo he nacido en el Trópico, en el retumbante mundo antillano, sino que además entré en el mundo de la poesía arrastrado por unas melodías que eran más bien sonsonetes y trompeterías, énfasis y sentimentalismo sin límites.[3]

Aproximadamente a los trece años viaja con el padre a La Habana e inicia estudios acelerados de nivel medio y bachillerato con profesores particulares hasta matricular en la Universidad y graduarse finalmente de ingeniero agrónomo. Acerca de la elección de esta carrera ha dicho: "Me hice ingeniero agrónomo para complacer a mi padre (...) Seguramente, mi padre, burócrata, soñaba con lo que los burócratas creen que es una liberación: el título universitario, y si es de agricultura, de campo abierto, de aire libre, mejor".[4]

Paralelamente despliega una gran curiosidad por la literatura y comienza ya en la década del 30 una intensa y evolutiva actividad intelectual que se extenderá en Cuba hasta finales de los años 50 en que abandona el país. Traduce a T.E. Eliot, George Santayana, Paul Eluard, Hilda Aldington y muchos otros autores de lengua inglesa y francesa. En 1942 publica los cuadernos Poemas y Saúl sobre su espada. A partir de 1945 se desempeña como redactor jefe del Diario de la Marina, decano de la prensa durante la colonia y la Primera República. Este momento constituye un punto de giro en la vida de Baquero, logra llegar a un estatus social muy jerarquizado, entra inevitablemente en la política, despliega una intensa actividad como hombre de la alta cultura y como representante de ésta fuera de Cuba. Baquero comienza a tener un alto nivel de vida, que siempre supo compartir con otros escritores y artistas plásticos a los cuales abrió las páginas del Diario. En este período lo que sobresale más es su persistente labor como articulista. Escribía al mes más de quince ensayos periodísticos y muchos editoriales que lo ubican entre los más destacados periodistas de la prensa cubana. Tiempo de primacía política y disolución poética. El poeta se enmascara, aparentemente renuncia a su obsesión primera. La poetisa Fina García Marruz, tan vinculada a Orígenes y al primer Gastón de "Palabras escritas en la arena por un inocente", recuerda estos momentos del modo siguiente:

Cuando decidió alejarse para no volver nunca más a vernos, recuerdo haber oído las palabras melancólicas de Lezama, al que llamaba "el Maestro", estas que le hubieran sorprendido: "De nosotros, era el que tenía más dones". Pues no lo creía, y hubiera dado todo por escribir algo semejante a sus "jardines invisibles". Aquellos efebos tras sus flautas, que parecían un Boticelli.

Hacía tiempo que no nos visitaba. Había quedado esperando, colgado del árbol navideño, el regalo que le habíamos comprado, reuniendo entre todos los dineros, las últimas Pascuas. Visiblemente nos evitaba. Se reunía ahora sólo con las nuevas amistades del periódico, dedicado a su nueva vida social. Cuando Cintio le preguntó por qué, ahora que ya no tenía problemas económicos, no publicaba su Comedia de San Jorge, le respondió, tajante: "Un hombre que hace la vida que yo llevo no debe ya publicar poesía".[5]

En efecto, Baquero se aleja del grupo Orígenes y de su núcleo más ortodoxo. Debemos recordar que sólo publicó un poema justamente en el primer número de la famosa revista: "Canta la alondra en las puertas del cielo" (Orígenes, no. 1, primavera, La Habana, 1944). No obstante, su relación con "el Maestro" Lezama fue siempre de gran admiración. Años después en España recordaba al poeta de Trocadero como un hombre inflexible y muy selectivo, decía con cierta ironía y asombro que con los años Lezama había cambiado mucho. A veces, también, ponía en tela de juicio la validez de aquel grupo en cuanto generación literaria: "Usted no puede hallar nada más heterogéneo, más dispar, menos unificado, que el desfile de la obra de cada uno de los presuntos miembros de la generación"[6]

Sin embargo, al final de su vida es justamente Baquero quien viene a emparentarse poéticamente con Lezama. Con estas observaciones suyas se establecen ángulos complementarios desde donde estos poetas conciben el acto creador: 

Lezama que tenía esa manera de ser bastante exigente, me dijo una vez: "Lo malo de usted es que escribe con el oído. Yo escribo con el ojo, porque el verso ha de caer del ojo como una gota de resina". A mí esa definición me parece maravillosa. Creo que sí, que el verdadero gran verso debe ser como un diamante que cae hecho ya sobre la tierra. Pero no es mi caso, nunca le he dado tiempo a mis versos para ser gotas de resina, la sonoridad me ha arrastrado y tengo muchos poemas que son puramente musicales. Yo he escrito con el oído. No es que sea un defecto, porque cada uno tiene su manera de expresarse. Él era más bien un ojo en el universo y yo soy un poco un oído.[7]

En los primeros meses de 1959 abandona Cuba y se instala en Madrid, donde trabaja simultáneamente en el Instituto de Cultura Hispánica y en Radio Exterior de España. Retorna a la poesía y al pensamiento literario. Publica Poemas escritos en España (1960), Memorial de un testigo (1966), Magias e invenciones (1984), Poemas invisibles (1991) y Autoantología comentada (1992); además, aparece en diversas antologías y se recoge su poesía completa y sus ensayos literarios en los tomos Poesía y Ensayo, Fundación Central Hispano, a cargo de Alfonso Ortega Carmona y Alfredo Pérez Alencart. Otros libros importantes publicados en estas décadas son: Escritores hispanoamericanos de hoy (1961), La evolución del marxismo en Hispanoamérica (1966), Darío, Cernuda y otros temas poéticos (1969), Indios, blancos y negros en el caldero de América (1991), Acercamiento a Dulce María Loynaz (1993) y La fuente inagotable (1995). Colabora en la revista Mundo Hispánico y en los periódicos Ya, ABC, La Vanguardia y El País. Fue profesor de Literatura Hispanoamericana e Historia de América en la Escuela Oficial de Periodismo.

Casi toda su trayectoria española estuvo marcada por la indiferencia y la falta de reconocimiento. Sólo en sus últimos años se realizaron eventos y algunas publicaciones que venían a paliar en cierta medida la desidia hispánica; por una parte sus amigos salmantinos y por la otra un grupo de poetas y escritores españoles y cubanos trataron de ubicar en su justa dimensión la obra y la figura del poeta cubano. Gastón parecía sobrellevar aquella indiferencia con fortaleza, eludiendo cualquier referencia a aquel comportamiento mezquino. Todo parece indicar que le bastaba con su poesía. En su Homenaje a Gastón Baquero, el hispanista y ensayista cubano Roberto González Echevarría lo recuerda de este modo:

...y harán el ridículo los que quieran convertirlo en mártir de la política o del exilio. Para estar a la altura de su apuesta habrá que lidiar con la poesía. Y pese a sus recatos, su poesía es escasa pero grande, en una línea que no podemos resistir la tentación de llamar mallarmeana por su rigor, por su aspiración a hacerse música, pero que tiene ecos de la poesía más pura en lengua castellana, sobre todo en los maestros del Siglo de Oro. Entre estos, y a diferencia de Lezama, que optó por Góngora, Baquero está más próximo a Fray Luis y al Quevedo de los Poemas metafísicos. Lezama sintió el torrente poético de Don Luis como una llamarada que lo consumía, Baquero la pureza de Fray Luis como transparencia depuradora de lo bello a lo sencillo, aunque no a lo fácil.

 

Imaginario origenista

La ciudad letrada cubana se ha alimentado a lo largo de su historia de varios imaginarios poéticos y de diversas tendencias ideológicas contrapuestas[8], una de esas ciudades ha estado conducida por el pensamiento católico lezamiano y origenista, del cual Baquero también hace parte y que se verifica en el intento de conformación de una historia de Cuba por medio de la poesía, de sus símbolos constitutivos, no sólo del decir, sino de las mismas costumbres de vida que se asentaron en la Isla como representaciones fundacionales. El imperativo de las superposiciones de imágenes hacen de este procedimiento una de las claves del sistema poético de Lezama y constituye una pauta para algunos de los más relevantes integrantes del grupo.

Según Vitier ellos ambicionaban "una profunda necesidad de descolocación temporal que hiciera posible la inocente ambición de Orígenes: nacer de nuevo"[9] en tanto Lezama establecía las bases mismas de su ejecutoria creativa a través de la definición de su concepto de sobrenaturaleza: 

La penetración de la imagen en la naturaleza engendra la sobrenaturaleza. En esa dimensión no me canso de repetir la frase de Pascal que fue una revelación para mí, 'como la verdadera naturaleza se ha perdido, todo puede ser naturaleza'; la terrible fuerza afirmativa de esa frase, me decidió a colocar la imagen en el sitio de la naturaleza perdida, de esa manera frente al determinismo de la naturaleza, el hombre responde con total arbitrio de la imagen. Y frente al pesimismo de la naturaleza perdida, la invencible alegría en el hombre de la imagen construida.[10]

Estas imágenes sustitutivas comienzan a reconstruirse desde el mismo descubrimiento, a partir del Primer Diario de Navegación de Cristóbal Colón. Así pues, en el prólogo de su famosa Antología de la Poesía Cubana, Lezama asegura:

Nuestra isla comienza su historia dentro de la poesía. La imagen, la fábula y los prodigios establecen su reino desde nuestra fundamentación y el descubrimiento. Así el Almirante Cristóbal Colón consigna en su Diario, libro que debe estar en el umbral de nuestra poesía, que vio caer al acercarse a nuestras costas un gran ramo de fuego en el mar. Ya comenzaban las seducciones de nuestra luz. Insistiendo en el misterio de sus visiones, el Almirante ve un gran perro cuya boca sostiene como una columna de madera, donde cree ver letras. Ve la esbeltez de las indias que caminan para saludarlo y anota la expresión muy esclarecedora al fijarse en su pelo: seda de caballo. Es necesario subrayar el acento de esa expresión, seda de caballo, con lo cual alude no tan sólo a una presencia hermosa, sino a la carga de eticidad que entraña, como una resistencia sedosa y fina, que había de ser característica de todos los intentos nobles del cubano.[11]

En ese mismo prólogo anota sus peculiares observaciones sobre la irrupción de los primeros oficios en la villa de San Cristóbal de la Habana, que se contrasta con la presencia de lo que él llamara genitores por la imagen y por el fuego respectivamente. Esta suma comienza por la presencia del platero Darío Romano, del repostero de cámara Francisco de Soto y continúa con cuatro músicos de fines del siglo XVI: "Uno de Málaga, otro de Lisboa, un tercero de Sevilla y una negra libre de Santiago de los Caballeros". Todos estos personajes adicionan una cualidad visible, gustativa, auditiva, que establece un ritmo diferenciado dentro de la vida de la nueva villa. En esta singularidad, según Lezama, se asientan los primeros y más sólidos gérmenes poéticos de la Isla. Y a esto se añade la presencia de Hernando de Soto, el genitor por la imagen, guerrero por el equilibrio y el diálogo, de ahí su juego de ajedrez con Atahualpa, emperador de los Incas, pero también conquistador de La Florida que profana un culto indígena, que enferma y muere a causa de ese sacrilegio, que es enterrado y desenterrado, hasta que recibe sepultura en la madre de un río. Todos estos rasgos fabulosos y trágicos a la vez, hacen de este individuo un personaje de añoranza. Por oposición, Porcallo de Figueroa es ubicado como genitor telúrico, ser imponente ante la muerte y el nacimiento, deja una descendencia de más de doscientos hijos. Y para completar esta tríada literaturizada aparece la esposa de Hernando, Leonor de Bobadilla, que encarna la vigilia, el amor, la espera, la conversación con fantasmas, la locura.[12]

Junto a nuestro primer poema Espejo de paciencia (1604-1608), de Silvestre de Balboa y Troya de Quesada[13], y a la presencia secular de José Martí (1853-1895), se dibuja una especie de fundamentación de lo posible poético cubano-lezamiano. Es la entrada en la elaboración conceptual del término lo cubano en la poesía, que será motivo del emblemático libro homónimo de Cintio Vitier[14], y que en Baquero se establece bajo el rótulo magias e invenciones, que tendrá una clara exploración en el ámbito de las analogías y los símbolos universales. Lo que Lezama hace para la constitución histórica de una Cuba poética, Baquero lo emplea para entender el tiempo, el ritmo, la melodía de la historia como puesta en escena de un conjunto de personajes que se mezclan y actualizan en una suerte de representación continua. Es la fascinación de la mirada y del oído en busca de un relato humano concebido como sinfonía.

El cuerpo verbal de Gastón Baquero se hace resistente frente al decursar del tiempo. Se vale de él, lo mistifica, lo enrarece, lo disuelve y reconstruye dentro de espacios insólitos, a través de lo que él llamó "tiempo unísono" y "juego de permutas". La resistencia es lo imaginable, la realidad la zona donde lo inventivo se expande, lugar de lo bello y de una síntesis que reordena libremente los códigos culturales, sociales, religiosos, filosóficos y estéticos. Se trata de partir de un conocimiento previo para subvertir esos códigos y poder llegar a una nueva lectura de los acontecimientos. Una lectura inédita de la naturaleza humana y de los objetos que la acompañan:

Ese largo viaje hacia el ser de la poesía ha culminado en el reconocimiento de la significación metafísica del quehacer poético. Se ha recordado en más de una ocasión el término griego poiesis, y en ocasiones se ha indicado aquella palabra querida por los teólogos medievales: heurística. Pero en términos corrientes puede afirmarse que se ha redescubierto el valor de invención del mundo, de capacidad para fabricar, mediante fábulas, los contornos verdaderos de la realidad, y que, en consecuencia, se comprende que la poesía es la prolongación en el hombre de la imagen y semejanza de Dios, en cuanto creador.[15]

Se insiste no solamente en un procedimiento estético, sino en el valor ético que se desprende de él, concepto éste que está en la raíz misma del origenismo católico. Baquero, entonces, enfatiza: "Podemos ir reconociendo ya que si el hombre volvió a buscar a tientas el cuerpo secreto de la poesía fue porque intuitivamente descubrió que necesitaba sustitutos para el Dios que había perdido" Y añade: "pero en ambos lados del paréntesis que encierra un acto puro está la nada -territorio inhabitable para el hombre"[16] 

No obstante, el poeta cubano no se aferra a una simbología católica, más bien muchos de esos símbolos pasan por la matización de los ritos domésticos de la tierra oriental de la infancia, del mestizaje visto y escuchado a través de su flamante sensualidad, de la rica trabazón de ambientes y costumbres hispano-cubanas y de la copiosa cultura con la cual recrea sus textos.

En el centro de todas estas operaciones literarias está la búsqueda de una tradición  cultural fuerte que respalde las ambiciones creativas de estos escritores. Esa necesidad, según Lezama, de crear una teleología propia[17], o de procurar la adanización de las palabras, de acuerdo con Baquero, o de fijar la impronta cubana en términos poéticos, como acuñara Cintio Vitier, expresan en medida considerable el sentido de carencia de mitos fundadores de la joven Cuba. Tal desconcierto está muy presente en las búsquedas intelectuales del siglo XX. Mitos procurados tanto en la cultura como en la política. El historiador y ensayista Rafael Rojas lo cataloga como "ansiedad del mito":

En la cultura cubana de la primera mitad del siglo XX abundan los testimonios intelectuales de un malestar, provocado por una sensación de ausencia de mitos fundadores. Cuba, nacionalidad nueva, creada entre los siglos XVIII y XIX por africanos y mulatos, españoles y criollos, aparece en el discurso de sus propias élites poscoloniales como una cultura ingrávida, sin tradición firme ni legado discernible. Los grandes intelectuales de la República (1902-1959), Enrique José Varona, Fernando Ortiz, Jorge Mañach, José Lezama Lima..., al igual que sus predecesores decimonónicos (Félix Varela, Domingo del Monte, José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero...) dudaron de la madurez espiritual de la isla para constituirse en una nación moderna occidental y equilibraron sus permanentes intervenciones cívicas con melancolía, zozobra y escepticismo. Esa duda los llevó a concebir la escritura como una restitución de mitos nacionales.[18]

 

Islas flotantes

El fenómeno insular cubano ha estado marcado siempre por la añoranza, algo que falta dentro y algo que se intenta añadir desde fuera. Una relación compleja entre Isla e Isla Diaspórica. Algunos de sus poetas más relevantes --José María Heredia, José Martí, por citar dos ejemplos cimeros-- no sólo han cantado a la tierra ausente, sino que han construido un verdadero itinerario de símbolos patrios, han diseñado nuevamente los contornos de la isla.

Martí logró organizar desde el destierro en Estados Unidos el Partido Revolucionario Cubano que condujo el rumbo de la última guerra de independencia contra España, regresando clandestinamente a una tierra que conocía poco físicamente. En su Diario de Campaña describe la campiña cubana con un deslumbramiento tal que es como si estuviera descubriendo algo enteramente inédito para él, algo prodigioso que se impregna de palabras precisas e intransferibles, algo enteramente poetizable. Martí es el poeta cubano que más ha idealizado a Cuba, que mejor la ha inventado[19] desde un candor patriótico único. Cuba bien pudiera ser su obra mayor. Dos días antes de morir, anotó en su Diario: "Está muy turbia el agua crecida del Contramaestre,- y me trae Valentín un jarro hervido en dulce con hojas de higo"[20]

Uno de los temas más persistentes en la historia de las tradiciones sociales, culturales, literarias, cubanas es el de las emigraciones. Las relaciones entre Isla y una especie de Isla Diaspórica (aquí incluimos los términos destierro y exilio), entre un adentro y un afuera, constituyen un asunto medular en la vida multiespacial y multicultural del cubano, situación ésta que se ha intensificado y extendido increíblemente desde 1959 hasta la fecha y que está relacionada asimismo a un drama de rupturas que no cesa.

La Isla, desde su fundación, parece estar marcada por una fuerte presencia transterrada. Todos esos personajes que Lezama destaca y que están presentes en la fundación de nuestras principales villas son parte también de un fenómeno diaspórico, en unos casos voluntarios y en otros impuesto. O sea, nuestros primeros asentamientos culturales tuvieron la impronta de ese germen foráneo, la mezcla de una naturaleza consagrada por un pensamiento medieval-renacentista con una naturaleza insólita, no catalogada hasta ese momento. Es algo intrínseco al descubrimiento y colonización de nuestras tierras.

A partir de aquí crece entonces el concepto de Isla cubana como símbolo también de carencia. El hombre de estas tierras idealiza lo que está más allá del océano, su frontera natural y forzosa, ansía caminos imposibles, puentes y fronteras continentales, insiste en desafiar el mar como una fórmula para encontrarse con lo desconocido, de ahí la tragedia y hazaña perpetua de nuestros balseros[21]. Esta es una especie de visión poética, de sentido metafórico, de relacionamiento entre el par Isla-Continente, a lo que se añade la imperiosa necesidad económica y política de escapar de la Isla, en busca de la dignidad perdida, de la reconstrucción de una existencia viable.

Al mismo tiempo se produce una relación entre "seguridad" continental y "fragilidad" insular, aunque estos conceptos en la actualidad hayan variado mucho y estemos ante continentes como el africano que padecen de un profunda desustanciación material y espiritual. Por ejemplo, hoy parte de esa África intenta escapar a las Islas Canarias.

Para la Cuba de estos momentos los conceptos Isla-Isla Diaspórica son enteramente complementarios, como cara y cruz de una misma moneda, sin los cuales no podríamos fijar en su justa medida los derroteros literarios actuales. Lo que ha sucedido es que la Diáspora, a lo largo de estas cinco décadas, ha crecido continuamente y en los últimos años se ha profesionalizado cada vez más. Intelectuales, investigadores, profesores, estudiosos, escritores y poetas han diseminado la literatura cubana por América del Norte, Europa y América del Sur. Esta Cuba del exilio constante se ha ido convirtiendo en una Isla que se repite en muy diversos lugares, claro está que modificada, transformada por nuevas circunstancias.

Se consigue entonces una suerte de complementariedad entre un exilio muy enriquecido, que aporta una diversidad de lecturas al problema insular, frente a muchos grupos interesados dentro del país, pero sometidos por una política apocalíptica, mesiánica y centralista. Es una agonía que por fortuna no es monolítica, y que está constituida por incontables fisuras a través de las cuales lo cubano de dentro y de fuera se emparientan, se retroalimentan.

El ensayo, los estudios investigativos, la poesía y la novela que se gesta en diferentes latitudes van ocupando espacios de mayor influencia en el ámbito nacional, conjurando, entre otros muchos aspectos, todo tipo de lenguaje estereotipado, y dislocando los límites del pensamiento entre "adentro" y "afuera".

Esta multiplicidad de la diáspora se verifica asimismo en la confrontación con otros espacios culturales, otras experiencias de vida y lengua, lo que provoca una evidente ruptura con los viejos conceptos nacionalista de patria y fronteras. Esa búsqueda de otros lenguajes en la "dispersión" es quizás el mayor aporte de estas nuevas escrituras. Podríamos recordar dos casos influyentes, a partir de sus respectivas modalidades postmodernas y neobarrocas, ellos son los poetas Lorenzo García Vega (1926) y José Kozer (1940). El primero de ellos ha dicho: "La poesía forma parte de la literatura. Nosotros no podemos separarnos de la literatura hispanoamericana. Somos eso. Y separar esto así, recortar y quedarnos solamente en una hipotética y arquetípica cubanidad me parece que además ha tenido funestas consecuencias. Y es ridículo, lo que es más grave todavía"[22]. En la actualidad hay ejes del exilio cubano muy influyentes en Barcelona, Madrid, París, Miami, Nueva York, México, Caracas, Santiago de Chile, etc. Con respecto a esta transterritorialidad el ensayista Iván de la Nuez ha referido:

Cuba es hoy uno de los países con mayor proporción de exiliados -entre el 15 y el 20% de la población-y, también, con mayor proporción de artistas e intelectuales en el destierro. (...) La trasterritorialidad de la cultura cubana no es nueva, pero desde la Revolución ha crecido de una forma extraordinaria. En los años 90, se da la singularidad de que los puntos de la geografía se han multiplicado casi hasta el infinito. Reinventados una y otra vez, los cubanos se asoman a la aldea global y consiguen lo que no hicieron las guerrillas de los 60, años en los cuales la revolución parecía universal. La mayor experiencia de globalización de los cubanos está, acaso, en estas formas de éxodo. Y son estos modos los que, paradójicamente, consuman (y consumen) el espíritu inicial de la Revolución. De esta manera, la idea de nación, de ciudad, de cualquier modelo de pertenencia, comienza a quebrarse y los cubanos intervienen con mayor o menor protagonismo en el derribo repetido de la frontera entre las Américas, las dos Europas, los dos sistemas sociales, las dos orillas del Pacífico o la transgresión continua del Mediterráneo. En su obra Mundo soñado, el artista Antonio Eligio (Tonel) nos entrega un gran mapamundi construido con islas de Cuba. El hecho de que este artista componga esta pieza desde La Habana (...) hace más sintomática la condición de disolución de la cultura cubana. Cuba, en este mapa, está en todas partes sin jerarquía y, por esa misma razón, no está en ninguna.[23]

Como se observa, se trata de concebir las distintas caras de una isla esparcida por el mundo, calificada de muchas maneras: Isla Perpetua, Isla Interactiva, Isla Virtual, Isla que se Repite, Isla que se Modifica, entendidas tales denominaciones en su sentido de dispersión y aislamiento, resistencia y levedad, naufragio y utopía. La otra "resistencia", dentro de la Isla, se verifica en una obra de gran calado crítico, como crónica de acontecimientos, como descripción de ruinas, desde actitudes que abarcan el llamado Insilio, el Desacato, la Ironía, el Escepticismo, la Abulia, la Burla, la Parodia, el Silencio, el Miedo, la Paranoia.

 

Una isla dentro de un poeta

Gastón Baquero murió en el exilio luego de haber vivido trentiocho año fuera de su país natal[24], en España rehabilitó su espacio creativo, Memorial de un testigo (1966) ejerció una clara influencia en poetas como Francisco Brines y Pere Gimferrer. En los 90 empezó a tener contactos frecuentes con una generación de jóvenes escritores cubanos que provenientes de Cuba descubrían su obra y entraban en contacto con él. Su poesía cumplía un itinerario aportador. Esta experiencia universalista, sin embargo, no dejaba a un lado la Cuba de sus sueños y realidades. A la pregunta "¿Ha logrado escribir fuera de su casa?", que le hiciera el ensayista y periodista cubano Carlos Espinosa, él respondía: "¡Pobre de mí si no pudiera escribir fuera de mi casa! Yo salí de mi casa en 1959, así que figúrate, no hubiera podido escribir casi nada. Yo escribo en cualquier sitio porque mi casa la llevo conmigo. Mi país yo lo llevo conmigo, en mi castillo interior (...) Yo vivo y produzco dentro de mí (...) Allí tengo mi Isla, mi familia, mi sol".[25] Esta decisión profundamente subjetiva, metafísica, constituye, además, un homenaje a un poeta que valoró mucho: R.M. Rilke ("síntesis entre poesía moderna y reconquista del saber metafísico"):

                        (...)

                                   Parece que estoy solo,
                        diríase que soy una isla, un sordomudo, un estéril.
                        Parece que estoy solo, viudo de amor, errante,
                        pero llevo de la mano a un niño misterioso,
                        que a veces crece de repente, y es un soldado aherrojado,
                        o es un hombre mayor meditabundo, un huésped del reino de los lúcidos
                        y se encoge luego, se recoge hasta devolverse a la niñez,
                        con sus ojos denominables arcanos, con su látigo inútil, con su estupor,
                        y este niño retráctil me acompaña, y se llama Rainiero en ocasiones,
                        y en otras Presente, y el Caballero Huérfano, y el Soldado

sin Dormir Posible,
 y comulga con el comunicado mundo de ultratumba,
 y conoce el lenguaje de los que abandonaron, condenados, el cuerpo,
 y pelean a alma limpia por convencer a Dios de que se ha equivocado
.

                         (...)

                         ("Silente compañero")

Baquero es un profundo asimilador del vanguardismo europeo y anglo-norteamericano, un estudioso de los más importantes hitos hispanoamericanos, deudor también de la poesía mística española y del conceptismo. Lo mallarmeano ("lo poético como acto puro") se mezcla a la vocación de colores y luces que tienen algunos de sus textos más significativos:

                         (...)

                         Abrí los ojos y me sentí cercado por un resplandor de oro:
                         algo venía precedido de músicas, de pájaros verdes, de jazmines
                         abiertos a la luna. Fue de un golpe
                         como si cien niños golpeasen sartenes con cucharitas de plata:
                         Afrodita en persona, protegida del sol con una sombrilla de hojas frescas,
                         Afrodita mulatadeojosverdes y andar de palomita buchona en los maizales,
                         Pasaba por la puerta de mi casa.

                         (...)

                         ("Variaciones antillanas sobre temas de Mallarmé" (III. "Aparición")[26]

 

Sin dudas, esa Afrodita "mulatadeojosverdes" es un símbolo cubano (antillano) que está presente también en otros poemas suyos que toman el viaje como recorrido de emancipación, búsqueda de la verdad y vuelta a una tierra joven y germinativa[27]. Aparición de esos espacios abiertos y exuberantes que recuerdan a un Saint-John Perse ("cronista de los elementos del mundo"). El viejo mundo que acude al nuevo para ser fecundado, vitalizado por una sangre mestiza. Es la vuelta también de Baquero a sus tierras americanas, como espectador y participante del acto de fecundidad: 

                         (...)

                                   El Barón lloraba silenciosamente, día tras día, en noche y alborada
                         y en su habitación entraban las exquisitas damas de Brandeburgo
                         para escucharle una y otra vez el relato de sus alucinaciones.

                                   Hablaba
                         de ríos absolutamente cristalinos, de rojas mariposas sonoras,
                         de aves que conversaban con el hombre y reían con él. Hablaba
                         de maderas perfumadas todo el tiempo, de traslúcidos peces voladores,

                                   de sirenas,
                         y describía árboles golpeantes con sus fustes en la techumbre del cielo,
                         y se le oía runrunear, transportado en su sueño al otro mundo,
                         cancioncillas que jamás resonaron en los bosques del castillo.

                                   Y cantaba:
                         Senserení, color de agua en la mano,
                         y sabor de aleluya en bandeja de plata;
                         Senserení cantando a través del verano,
                         con su pluma de oro y su pico de escarlata.
                         Tornaba a ensimismarse en su felicísima tristeza, y allí se estaba el

                                   Barón de Humperdansk,
                         pegado al ventanal de las iluminaciones, contemplando el vivir de su esposa
                         en otro lejano paraíso, rodeada
                         de adolescentes lascivos, de ídolos hieráticos, de madreperlas y palmeras.

                        (...)

                        ("Brandeburgo 1526")

Es evidente en sus textos la relación entre lo bello y lo feo[28], lo trágico y lo bucólico, la muerte y la vida, como normas esenciales de la existencia humana. Desde una infinita cordialidad penetra en los grandes asuntos de la creación, a través de los cuales se consigue avizorar algo trascendente, pero observado desde la sencillez de quien sirve, de quien da testimonio de aquello prodigioso que otros ejecutan. El tema de la servidumbre como espectadora y asistente excepcional de lo que se crea es determinante. Obra escenificada, cruzada por personajes insólitos, tramitadores de vidas, testigos o ejecutantes de una memoria calidoscópica:

                        (...)

                        I
                        Cuando Juan Sebastián comenzó a escribir la Cantata del café,
                        yo estaba allí:
                        llevaba sobre sus hombros, con la punta de los dedos,
                        el compás de la zarabanda. 

            Un poco antes,
                        cuando el
siñorino Rafael subió a pintar las cameratas vaticanas
                        alguien que era yo alcanzaba un poquito de blanco sonoro bermejo,
                        y otras gotas de azul virginal, mezclando y atenuando,
                        hasta poner entre ambos en la pared el sol otra vez,
                        como el huevo de una gallina alimentada con azul de Metilene.

            (...)

            ("Memorial de un testigo"

Baquero es un poeta que da testimonio de aquellos acontecimientos mágicos que penetran en la realidad, en su caso parece que la literatura escoge de esa realidad ciertos argumentos y fijaciones que eluden lo desagradable, la nota fúnebre o elegíaca. Este juego de espejos, esas formas sencillas de fomentar lo sensitivo frente a  los efectos humanos más estridentes y concretos, son los atajos que él utiliza para tratar el tema de la muerte:

                        (...)

                        Yo los lunes me llamaba Nicanor.
                        Vindicaba el horrible tedio de los domingos
                        Y desconcertaba por unas horas a las doncellas
                        Y los horóscopos.

                        (...)

                        Yo en otro tiempo escamoteaba la guillotina del tiempo
                        Mudando de nombre cada día para no ser localizado
                        Por la señora Aquella,
                        La que transforma todo nombre en un pretérito
                        Decorado por las lágrimas

                        (...)

                        ("Los lunes me llamaba Nicanor")
 

Otra de las constantes es el tiempo, que permite a Baquero dejar establecido el término "juego de permutas", o sea, una suerte de "imaginización" de la historia, y dentro de ella la inclusión de personajes de distintas épocas y culturas. Esta gustosa especulación del tiempo es también expresión de lo eterno, lo que se inscribe en el acto de escritura en cuanto destino. Así ocurre, como en muchos de sus textos, en: "Marcel Proust pasea en barca por la bahía de Corinto" y "Epitafio para María Kodama":

                        Me gusta que se llame
                        María Kodama
                        el invento póstumo de
                       
Jorge Luis Borges.

 
                       
María Kodama es
                       el nombre borgiano de la esposa
                       del Impertinente Maestro de Ceremonias
                       Kiro Kotsuké No-Suke,
                       Llamado también Ochi Kotsuké No-Suki,
                       Que era a su vez la verdadera
                       Madame Pechogris, novia
                       Favorita de mi temido amigo
                       Yuko Mishima.
                       Mishima fue, como todos saben,
                       El pseudónimo oriental de
                       Jorge Luis Borges.

                       Jorge Luis Borges,
                       el jardinero japonés que un día,
                       desesperado de soledad,
                       engendró a María Kodama.

                       ("Epitafio para María Kodama")

Aporte mayor a la poesía cubana, modo en que vulnera la realidad, en tanto se hace deudor incondicional de ella, límites que se manejan con entera libertad, adentrándose en aquellos mundos en apariencia prohibidos, cambiando a su antojo la lógica de los acontecimientos, la cronología de los hechos. De ahí que podamos ver a Gastón como una isla, Cuba dentro de un poeta, en esa práctica persistente de las palabras, que también son islas, sucesión de experiencias viviéndose. 

"Testamento del pez" es un poema que se publicó por vez primera en 1948, es un canto de amor a la ciudad de la Habana, una ciudad que se admira y  apasiona desde el mar, que acompañará al poeta durante toda su vida. Es una especie de escudo, pero también es un pacto, una invención y un tipo de amor que trasciende las fronteras físicas de un país: 

            Yo te amo, ciudad,
                        aunque sólo escucho de ti el lejano rumor,
                        aunque soy en tu olvido una isla invisible,
                        porque resuenas y tiemblas y me olvidas,
                        yo te amo, ciudad.

            (...)

            ("Testamento del pez")

 

Bibliografía:

1. Baquero, Gastón: Ensayo, Salamanca, Fundación Central Hispano, 1995.
2. --------------------: La patria sonora de los frutos, selección y prólogo de Efraín Rodríguez Santana, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2001.
3.  De la Nuez, Iván: La balsa perpetua, Barcelona, Editorial Casiopea, 1998.
4. Espinosa, Carlos, Lázaro, Felipe, Rodríguez Santana, Efraín: Entrevista a Gastón Baquero, Madrid, Editorial Betania, 1998
5. García Vega, Lorenzo; Kozer, José; Ponte, Antonio José; Ríos, Soleida; Rodríguez, Reina María: Una Cuba: cinco voces, Buenos Aires, CCEBA/Tsé-Tsé, 2005
6. González, Iván: Fascinación de la memoria, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1993.
7. Lezama Lima, José: Imagen y posibilidad, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1981.
8. -----------------------: Obras completas (ensayos/cuentos) (T.II.), México, Aguilar, 1977.
9. -----------------------: Antología de
la Poesía Cubana, La Habana, Editora del Consejo Nacional de Cultura, 1965.
10. Martí, José: Diario de campaña (de Cabo Haitiano a Dos Ríos), Biblioteca virtual de Cervantes, 1999.
11. Ponte, Antonio José: El libro perdido de los origenistas, México, Editorial Aldus, 2002.
12. Rojas, Rafael: José Martí: la invención de Cuba, Madrid, Editorial Colibrí, 2000.
13. ---------------: Tumbas sin sosiego, Barcelona, Editorial Anagrama, 2006.
14. Vitier, Cintio: Lo cubano en la poesía (edición definitiva), La Habana
, Editorial Letras Cubanas, 1998.

 

Efraín Rodríguez Santana (Palma Soriano, 1953). Poeta, novelista, crítico. Autor, entre otros de libros de poesía, de El hacha de miel (1983), Otro día va a comenzar (2000) Un país de agua (2003). Publicó en 2002, la novela La mujer sentada, premio de la crítica literaria en su país. Ha obtenido los Premios David de Poesía, Cuba, y los Premios Internacionales de Poesía Gastón Baquero y Poesía Centenario de Rafael Alberti, ambos conferidos en España. Libros suyos, artículos, ensayos y críticas han sido publicados en Europa y América del Sur.


 

[1] Lezama Lima José Imagen y posibilidad, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1981. En uno de los artículos compilados por Ciro Bianchi Ross, Lezama define aún más la proyección del grupo y la revista:

Orígenes, la revista y el estado de expresión que representa, ha sido siempre un fervor y una decisión para el trabajo intelectual, pero nunca un modo grupal de operaciones, la coincidencia de criterios que deben ser suscitantes y diversos, nunca estáticos y coincidentes en claves y signos.

 Orígenes es algo más que una generación literaria o artística, es un estado organizado frente al tiempo. Representa un minimum de criterios operantes en lo artístico y en las relaciones de la persona con su circunstancia. Será siempre, o intentará serlo en forma que por lo menos sus deseos sean a la postre sus realizaciones, un estado de concurrencia, liberado de esa dependencia cronológica que parece el marchamo de lo generacional. (pp.172-173).

[2] Zambrano, María: "La Cuba Secreta", La Habana, Orígenes, V.20, Invierno de 1948. Ensayo a propósito de la publicación de la antología de Cintio Vitier Diez poetas cubanos 1937-1947. La filósofa española pone de relieve la importancia cimera de dos poetas centrales de esta generación de generaciones: José Lezama Lima y Gastón Baquero: "Bastarían la poesía de Lezama y la de Gastón Baquero para que se probara esto: que la suntuosa riqueza de la vida, los delirios de la substancia  están primero que el vacío; que en el principio no fue la nada. Y antes que la angustia, la inocencia, cuyas palabras escritas y borradas en la arena permanecen sin letra, libres para quien sepa algo del Misterio...

[3] Lázaro, Felipe: "Conversación con Gastón Baquero", en Entrevistas a Gastón Baquero, Madrid,  Editorial Betania, 1998, p.12.

[4] Op. cit., p.14.

[5] García-Marruz, Fina: "Gastón", en La patria sonora de los frutos (antología poética de Gastón Baquero), selección y prólogo Efraín Rodríguez Santana, La Habana, Editorial Letras Cubana, 2001, p. 340.

[6] Lázaro, Felipe: Op. cit.., p.19

[7] Rodríguez Santana, Efraín: "La poesía es como un viaje", en Entrevistas a Gastón Baquero, Madrid, Editorial Betania, 1998, p.63.

[8] Rojas, Rafael: Tumbas sin sosiego, Barcelona, Editorial Anagrama, 2006. A propósito del tema dice el historiador cubano: "Hemos esbozado tres ciudades letradas, la católica, la comunista y la republicana, donde se practican diferentes políticas intelectuales a partir de distintas versiones del nacionalismo cubano". (p.126).

[9] Vitier, Cintio: "La aventura de Orígenes" en Fascinación de la memoria, selección y prólogo de Iván González, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1993.

[10] Lezama Lima, José: Obras completas (ensayos/cuentos) (T.II), "Confluencias", México, Aguilar, 1977, p. 1213.

[11] Lezama Lima, José: Antología de la Poesía Cubana (T.I), La Habana,  Editora del Consejo Nacional de Cultura, 1965, p.7.

[12] Op. cit., pp.10-15

[13] En el año 2002 los investigadores y profesores españoles Álvaro Salvador y Ángel Esteban dieron a conocer un Canto que describe la vida de los moradores de una villa asentada en Baracoa, en la región oriental cubana, titulado La Florida, compuesto por 74 octavas reales que pertenecen a un conjunto de varios miles de versos dedicados a describir el periplo americano de Fray Alonso Escobedo, franciscano andaluz. Según estos estudiosos "es bastante probable que la fecha de composición se localice entre 1598 y 1600, pues hay un lugar de la obra en el que refiere que acaba de morir Felipe II (es decir 1598)", lo que pudiera anticipar en casi una década la creación de este texto. Como se ha de suponer, la aparición de La Florida constituye un verdadero acontecimiento para la poesía cubana, puesto que nos abre a otros horizontes interpretativos desde el punto de vista de la insularidad y en cuanto a cómo nos iniciamos poéticamente, si en la épica o en la lírica, si en la trama heroica o por medio del dibujo de una naturaleza más íntima, incluso doméstica.

[14] Vitier, Cintio: Lo cubano en la poesía (edición definitiva), La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998.

[15] Baquero, Gastón: "La poesía como reconstrucción de los dioses y el mundo", en Ensayo, Salamanca, Fundación Central Hispano, 1995.

[16] Op. cit., pp. 14-15.

[17] Ponte, Antonio José: El libro perdido de los origenistas, México, Editorial Aldus, 2002. Aquí este autor nos dice: "José Lezama Lima se dolía en unas líneas suyas de nuestro desconocimiento esencial. Desde muy temprano entre él y Vitier pensaron en dotar a la isla de una teleología propia, de fines que conjuraran pérdidas, descuidos, epidemias de desmemoria. Cintio Vitier ha cumplido este empeño y nosotros gracias a ello, somos lectores de Lo cubano en la poesía y Ese sol del mundo moral.

[18] Rojas, Rafael. Op. cit., p.51.

[19] Rojas, Rafael: José Martí: la invención de Cuba, Madrid, Editorial Colibrí, 2000.

[20] Martí, José: Diario de campaña (De Cabo Haitiano a Dos Ríos), Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999.

[21] De la Nuez, Iván: La balsa perpetua, Barcelona, Editorial Casiopea, 1998. Afirma el autor: "Quizás la tragedia de los balseros sea la más absoluta metáfora de Cuba y, a la vez, de las utopías y frustraciones que han mareado el Atlántico. La balsa como una isla flotante, como esa pieza perdida en el puzzle del mundo que cada cual quiere insertar a su manera y según su propio mapa. (p.17).

[22] García Vega, Lorenzo; Kozer, José; Ponte, Antonio José; Ríos, Soleida; Rodríguez, Reina María: Una Cuba: cinco voces, Buenos Aires, CCEBA/tsé-tsé, 2005

[23] De la Nuez, Iván: Op. cit., pp.28-29.

[24] Entre una lista larga de poetas cubanos muertos en el exilio contemporáneo, podemos citar a: Agustín Acosta, Eugenio Florit, Justo Rodríguez Santos, Heberto Padilla, Severo Sarduy, Reinaldo Arenas, José Mario, Amando Fernández, etc.

[25] Espinosa Domínguez, Carlos: "La poesía es magia e invención", en Entrevistas a Gastón Baquero, Madrid, Editorial Betania, 1998, p.42.

[26] Todos los fragmentos citados están tomados de: Baquero, Gastón: La patria sonora de los frutos (selección, prologo, notas, de Efraín Rodríguez Santana, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2001.

[27] Otros poemas que abordan el tema cubano: "Negros y gitanos vuelan por el cielo de Sevilla", "Epicedio para Lezama", "Joseito Juai toca su violín en el Versalles de Matanzas", Charada para Lidia Cabrera", Himno y escena del poeta en las calles de La Habana", "Desencuentro con José Kozer", etc.

[28] Baquero, Gastón: La patria sonora de los frutos. Fragmentos de una entrevista, en prólogo de Efraín Rodríguez Santana:

Tengo inclusive muchos poemas que son puramente música, música nada más, que luego resultan creativos por una razón u otra, y la gente les confiere diversas interpretaciones.

(...)

Hipólito Taine decía una frase que a mí me gusta mucho, porque es muy buena: admito que sea  bello lo feo, pero es más bello lo bello.

(...)

A través del tiempo vamos llegando a la conclusión de que hacemos mal al separar lo bello de lo feo y creer que nuestra obligación, de cultura y de vida, es perpetuar lo bello y huir de lo feo. Eso en el fondo es una frivolidad.

(...)

He sido demasiado obediente al contorno, yo he respondido demasiado a lo que me ha rodeado.

*

 

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