ZUNÁI - Revista de poesia & debates

 

 

SOBRE ACCIÓN QUE  EN UN MOMENTO CREÍ GRACIA

DE EDUARDO MILÁN

Antonio Ochoa

En Eduardo Milán el lenguaje poético es un momento de apertura hacia un espacio, difícil de definir, pero que parece estar en contacto con los distintos estratos que forman la vida del poeta. Por otro lado, una palabra, un gesto lingüístico, es seguido como a un guía por terreno desconocido. Esta metáfora nos ayuda a ilustrar, hasta cierto punto, el pensamiento poético que Milán revela en este libro, pero habría después que reconocer que el recorrido no es en un sólo sentido, que hay giros, vueltas, sobrevuelos; a la vez, expedición y re-conocimiento del terreno. Como queda marcado en el nombre de este libro de poemas Acción que en un momento creí gracia (Tarragona: Igitur, 2005), hay ahí presente una necesidad de revisión. Ahí leemos:


Cuestión de tachar o no tachar
-o más humilde: cosa de uno
tachar o no tachar lo sucedido
durante el día cada noche.


Al final del día se vuelve a pasar mentalmente sobre los sucesos ocurridos, sobre las acciones, los pensamientos, los recuerdos, las palabras. Si el día es una acumulación de lo sucedido o pensado, ¿qué es lo que entra en esa revisión nocturna? y, ¿qué es lo que queda, de esa revisión, en el poema? En los poemas de Milán están presentes los hijos, la vida cotidiana, ideas sobre la escritura poética, su relación con el pasado, una filosofía del lenguaje; pero, sobre todo, lo que el poeta llama 'el campo íntimo/ ... la pastura interior'. El lenguaje forma al poema como un bloque, como un fragmento del cual salen líneas invisibles que nos guían hacia espacios de los cuales no hablan los poemas, pero que nos acompañan durante la lectura. Estos bloques de lenguaje, estos fragmentos, son de lo que el poeta ha podido-o decidido-hablar en el momento de la escritura. Es un ordenamiento de su realidad en el lenguaje a través de la imaginación. No de la fantasía, ésta es algo distinto. La imaginación en Milán actúa como agente creador del orden posible del poema. El orden varía tanto como los contenidos que toman forma en el entramado poético. Es decir, el poema no es un molde al que se vierten las vivencias ya que escribir es en sí una experiencia.

A lo largo de este volumen de poemas encontramos las señales de una relación con el pasado. Pero a diferencia de otros momentos poéticos de Milán, en este libro la relación no es con el pasado doloroso del encarcelamiento paterno, por ejemplo. En Acción que en un momento creí gracia encontramos esas señales, presentes desde el título mismo, que muestran la exploración del pasado cercano, de la interioridad que busca dar orden al presente que se vuelve instantáneamente pasado, recuerdo: 'mención de una flor que en un instante creí bella', 'en el tiempo en que leía por epifanía/ -epifanía es una palabra posterior', 'recuérdame, palabra, donde están mis verdaderos/ ojos'. Esta revisión no es un nostálgico transportarse hacia aquellos tiempos o lugares; no se trata de revivir. La revisión es desde el presente; volver a ver desde el presente aunque contradigamos al pasado, lo cual es un gesto de humanidad. Revisión de la memoria, ver qué ocurrió, y cómo; pero también para imaginar otras bifurcaciones, plantear posibilidades. Revisar el orden dado a las cosas para ver si se pueden acomodar de otra manera: insistir. Nada está escrito en piedra, y aún si estuviera, las piedras también sufren erosión. Insistir no es tanto cancelar lo antes dicho sino volver a decir sobre lo ya dicho. Revisión es volver, volverse, volver a mirar, volver a ver: acto importantísimo para Milán, pues el poeta es la mirada, el testigo del mundo. El poeta no es quien mira solamente una vez, sino quien re-visa; volver a ver lo sucedido desde el lenguaje. Este volverse es otro aspecto esencial a la poética de Milán, ya que esto es la versura, la vuelta del verso: 'la bellísima versura', escribe el poeta. Y la versura es la insistencia, la aproximación, y por otro lado es también el aliento del verso, su orden.

Revisión del pasado y, de lado, revisión del presente pues esta revisión es un cuestionamiento diario, un estar conciente de las propias acciones, de las propias palabras. Esto es un modo de vida, una ética: revisión de uno mismo y la relación con los otros. Revisar lo que se piensa, lo que se hace, es no dar nada por sentado, no dejar que los actos se vuelvan automáticos y desaparezcan atrás de la costumbre. Como habíamos dicho, aunque nos contradigamos, ya que la contradicción es esencial en tanto nos aleja del simplismo de los contrarios libres de contaminación mutua. Una imagen puede ser varias cosas a la vez, todo depende del contexto. Lo que no está en su contexto, en su ambiente, son fórmulas científicas, abstracciones. Por eso Milán no trata de borrar, de corregir, sino de tachar, pasar la línea que cruza pero deja visible lo tachado. No borrar sino pasar el lápiz sobre el papel una vez más, hacer otra huella sobre el papel y sobre el lenguaje. Volver a decir, de algún modo distinto, lo mismo que no era lo mismo pues no se dijo en primera instancia, ya que no se tocó. Se insiste sobre lo intocable, se le aproxima a lo que bordea al poema: su centro siempre periférico, afuera, más allá del margen, de los límites de las cosas y del lenguaje, silencio:


S
obre la blancura de la tierra
los bueyes del verso dan la vuelta
y ahí, precisamente en la vuelta,
en el punto momentáneo de la vuelta -luego el abismo-
reside la versura, la bellísima versura.


Tachar es sobrepasar, huella sobre la escritura o huella del lenguaje. Milán revisa con el lenguaje lo que se hizo durante el día simbólico de la acción, el pensamiento, la memoria; durante el día no-simbólico en el que se llevó a los hijos al colegio. El orden es el poema, y los espacios entre los poemas, un centro descentrado y las aristas que nos señalan en esa dirección no-nombrada donde aún hay que explorar. Revisar es volver en el tiempo, el recuerdo que es la presencia de la ausencia. Y ésta, que es límite de la cosa, halla su continuidad en la imaginación. Límite de la palabra: silencio: espacio límite del poema y 'todo lo que falta'. La versura de la vuelta antes del principio, el abismo, el espacio silencioso donde termina o principia el poema: el contexto del poema. El poema que es voz, canto, marcha hacia el hombre donde el mundo sigue pues sólo en el amor entre los seres humanos hay rompimiento de los límites. Y ahí es donde reside la 'esperanza ajena al vértigo'.

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Antonio Ochoa, poeta e ensaísta mexicano.

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Leia também poemas e um ensaio do autor sobre a poesia concreta.

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